Por Jesús Bedolla Nava
Cristóbal Arias Solís es una persona con una rica trayectoria política, capaz de resurgir, como el Ave Fénix: de sus propias cenizas.
Senador, diputado federal y dos veces candidato a gobernador de Michoacán, más otros cargos estatales como la Secretaria de Gobierno en tiempos de Cuauhtémoc Cárdenas, avalan las tablas del nacido en Churumuco, además de que dirigió al PRI estatal en tiempos de rigurosa disciplina y respeto a la línea del presidente de la República. También dirigió al PRD en la entidad.
Todavía recuerdo que Arias Solís dirigía al PRI en el estado de Michoacán y se aproximaba la sucesión de Cuauhtémoc Cárdenas en el gobierno del estado. Corría ya el año de 1986 y sonaban entonces los nombres de Salvador Pliego Montes, Norberto Mora Plancarte y Luis Martínez Villicaña, pero desde Apatzingán surgió un precandidato más, a iniciativa del recientemente fallecido dirigente municipal de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), Rodolfo Ceja Abarca, quien organizó una marcha para pronunciarse en favor de Rafael Ruiz Béjar como candidato al gobierno de Michoacán.
El movimiento cimbró las estructuras del PRI en la entidad y tocó al propio Cristóbal Arias Solís trasladarse a la ciudad de Apatzingán para apaciguar los ímpetus de los manifestantes, pues días después de la marcha el dirigente estatal presidió una reunión en las oficinas del PRI municipal, que entonces encabezaba el también recientemente fallecido Rafael Corona Bazaldúa, las cuales estaban ubicadas en la avenida Madero, en una propiedad de la familia de médicos y contadores Loya García.
Allí Cristóbal derramó toda la elocuencia de que es capaz un priísta disciplinado y firmemente sujeto a la línea del presidente de la República: «en el PRI debemos esperar los tiempos y respetar los mecanismos que nuestro partido tiene implementados para la elección de sus candidatos, porque siempre tiene a los mejores hombres para garantizar el triunfo en las contiendas electorales».
Eso de «respetar los mecanismos…» no era otro exhorto que el de disciplinarse a los designios del presidente de la República.
Sin embargo en ese tiempo era del dominio público la pésima relación del gobernador Cuauhtémoc Cárdenas con Miguel de la Madrid Hurtado, y pronto sobrevino el «dedazo» en favor del anti-cardenista Luis Martínez Villicaña, decisión que no fue del agrado del hijo de El Tata, por tanto, tampoco lo fue del nacido en la región del Bajo Balsas y allí se gestó la idea de «democratizar» al tricolor, la cual fracasó y en 1987 nació el Frente Democrático Nacional con Cuauhtémoc al frente y con Cristóbal Arias como uno de los maximos capitalizadores del movimiento, junto con Roberto Robles Garnica, quien pronto no le vio el polvo.
Arias Solís creció políticamente bajo la tutela de Cuauhtémoc Cárdenas. Imberbe era cuando comenzó a figurar en la política estatal y, tras la ruptura del hijo de El Tata con el PRI a nivel nacional, el churumuquense inició su despegue a las alturas, pues fue el mejor beneficiario de la llamada democratización del país, con origen en el Frente Democrático Nacional, que fue el embrión del cual surgió el PRD, ahora tan a la baja.
Así que entre senadurías, diputaciones y candidaturas, vivió Cristóbal Arias Solís un largo período de la vida política de la nación. Tan reiterativa fue su aparición en las boletas electorales, que fue él quien comenzó a dar al traste con la tan cacaraqueada democracia del FDN venido a PRD, pues tal parecía que no había más hombres y mujeres capaces de ostentar los cargos de elección, sino sólo él.
Candidato al gobierno de Michoacán y derrotado en las urnas por Eduardo Villaseñor Peña, un rico hombre de La Piedad que incursionó en la política bajo la tutela de Luis Martínez Villicaña, quien en su tiempo como gobernante de Michoacán sacó una nueva hornada de políticos, todos ellos empresarios, como Alfredo Anaya Gudiño, Jaime Calleja Andrade, entre otros, el de Churumuco hizo el trabajo sucio al priísta Ausencia Chávez Hernández e hizo rodar la cabeza de Villaseñor a veinte días de haber asumido el mandato. Salinas de Gortari dio cargo en su gobierno al de La Piedad y dejó el campo abierto para que, ¡oh, sorpresa!, Ausencio, el de San Lucas, quien se encontraba en España, regresara a Michoacán para asumir el interinato que refrendó año tras año y licencia tras licencia de Villaseñor, hasta 1996.
Una vez más, Arias Solís compitió por la gubernatura del estado y en 1996 sucumbio ante Víctor Manuel Tinoco Rubí, pero ya no tuvo mucho margen de maniobra para derribar al de Zitácuaro y allí acabó la impresión de su nombre en las boletas, hasta 2018, en que reapareció como candidato a senador por Morena.
Arias Solís permaneció prácticamente 22 años fuera de jugada alguna y eventualmente se le veía por allí en algunos empobrecidos eventos políticos, cuyas asistencias eran magras y se realizaban en pequeños saloncitos, ya que el otrora político no daba para más.
Con la tercera candidatura de Andres Manuel López Obrador, quien estaba fortalecido por el hartazgo de la gente ante los yerros de los gobiernos que le precedieron, no pocos visualizaron en el tabasqueño la posibilidad del éxito, de allí que rápidamente saltaron del partido en el que estaban a Morena y les dio resultado.
Arias Solís fue uno de esos políticos que vieron la oportunidad de resurgir y esta vez acertó. Se convirtió en senador de la República.
Pero, genio y figura… como siempre, Arias Solís no agota un mandato popular, cuando ya esta sobre el que sigue, pues ahora mismo no ha cumplido dos años en el cargo de senador y ya va sin vara en pos de la candidatura de Morena al gobierno del estado.
Igual que un vasto número de políticos, Arias Solís no repara en qué es gente como él la que le ha partido la existencia a la democracia. Es un incorregible practicante del «yo… yo… otra vez yo y, si sobra yo…»
Jamás se le ha visto impulsar a nadie a ningún cargo de elección popular, pues no le interesa nadie más que no sea él… Igual que otros, hace uso y abuso de quienes le sirven con el interés de convertirse en figuras regionales, pero a final de cuentas los deja a su suerte.
Ahora bien. Varias veces legislador, bien sea en el Senado de la República o en la Cámara de Diputados, Cristóbal Arias ha arrojado nulos resultados en beneficio de sus representados.
Si bien es cierto que la encomienda de ese tipo de representantes populares es precisamente la confección de leyes, también lo es que suelen retratarse en los presupuestos federales para que sus regiones obtengan obras diversas, o incluso gestionar recursos ante las dependencias de gobierno para que se apliquen en sus áreas de influencia.
Bueno, de eso, no tiene nada que decir el actual senador, por lo que no se explica la existencia de tanta casa de gestión por todo Michoacán. Ya tanta es la vorágine política, que hay municipios con hasta dos o tres de esos espacios, indicativo de que hay varios ansiosos por figurar como candidatos a presidente municipal y que aspiran a la bendición del churumucquense
Arias Solís es hombre de discurso. De un discurso que prende. De oratoria elocuente, pero, en la realidad, es un político como los hay de sobra: intrascendente para la sociedad.
Ya se le ve parado, encorvado y con las manos en los bolsillos de atrás del pantalón, sonriente y aprovechando la entrega que otros prodigan a su causa, sin que él se entregue a la causa de nadie.
Si no cree usted, dejémoslo al tiempo.
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Y ya que de Morena hemos hablado y de que hemos tocado superficialmente los deseos que no pocos tienen por ser candidatos a la presidencia municipal, en este caso la de Apatzingán, son por lo menos cuatro los allegados a Cristóbal Arias Solís los que tienen interés por abanderar a ese partido en las elecciones de 2021.
Podemos mencionar de entrada a Aldo Gutiérrez, quien la vez pasada se quedó en la orilla y sólo pudo incrustrar a su esposa Desidelia Galván como regidora del actual Ayuntamiento.
Pero hay quienes observan que su plan B es su propia esposa, así que, de quedar al margen, Aldo querrá que su consorte sea la candidata a la alcaldía, lo cual no deja de ser una jugada de primer año, que sólo se justifica por la falta de experiencia política de los mencionados.
Otro que está al acecho ante la posibilidad de ser candidato a alcalde es Andrés Vega Estrella, quien, al igual que el anterior mencionado, también sólo pudo colocar a su esposa María Eugenia Mora, y todo parece indicar que se quedará al margen otra vez, pues ha cedido terreno a otros interesados en ser munícipe.
Elpidio Arreola Bonilla pica piedra a través de las redes sociales y se ha convertido en irreductible crítico del actual gobierno a cargo de José Luis Cruz Lucatero, y aunque la vez pasada no se le dieron las cosas por ninguno de los partidos por los que pretendió competir, ahora se encuentra en la línea en busca de ser candidato, aunque seguramente desea ser aspirante por Morena.
Quien les tiene natural ventaja por el cargo que ocupa, es Edgar Adame Rincón, pues el hecho de ser responsable regional de los programas de Bienestar Social, lo coloca en envidiable vitrina, aunque es el éxito o el fracasó de dichos programas lo que definirá su futuro politico.
Allá donde se teje fino en materia política, es decir en Morelia, los liderazgos morenitas tienen en la lupa a General Guízar Valencia, pues se le considera un político con experiencia política y purificado por los filtros del tiempo. No pierda usted de vista al ex diputado local y ex presidente municipal, quien tiene ascendencia con importantes militantes de Morena, sobre todo con Graciela Andrade García Peláez, Lucila Arteaga Garibay y Selene Vázquez Alatorre. No olvide usted que, si de mujeres se trata, aquí están tres para candidatear al gobierno del estado.
Hasta la próxima.