Línea Privada

Por Jesús Bedolla Nava

 

Varias lecturas se desprenden para el análisis desde el discurso pronunciado por José Luis Cruz Lucatero, al rendir protesta como presidente municipal de Apatzingán la tarde-noche del sábado en la explanada de palacio municipal, sin embargo uno de los pronunciamiento mayormente esperado por la colectividad, fue en el sentido de la deuda pública “con tendencia creciente”.

En esa parte del mensaje a los apatzinguenses, el nuevo alcalde relacionó la basificación de 137 nuevos empleados, entre éstos varios que fueron funcionarios, por tanto, objeto de maniobras administrativas para que quedaran como simples trabajadores, sin embargo sus derechos como tales están en entredicho y solamente un abogado en materia laboral puede dilucidar cada uno de los casos, como así va a ocurrir, puesto que la administración entrante está convencida que el peso nominal recibido en herencia es insostenible, sobre todo porque los influyentes beneficiarios obtuvieron niveles escalafonarios de primerísimo nivel, por tanto sueldos de escándalo.

A nadie conmovió durante el acto de toma de protesta la llegada en masa de por lo menos treinta nuevos integrantes del sindicato al servicio del municipio afiliado a la Federación Independiente de Trabajadores del Estados de Michoacán (Fitem), mucho menos por los personajes que portaban la playera blanca con las siglas de dicha organización, quienes, agradecidos, ovacionaron al alcalde saliente cuando fue mencionado.

La mayoría habían sido funcionarios públicos y entre estos destacaba el esposo de la ahora ex alcaldesa sustituta, Giselle Liera Servín, quien recibió una chamba por obra y gracia del poder que el pueblo confirió al anterior cabildo y, al igual que el resto de sus acompañantes al acto del sábado, buscaron enraizarse en la nómina municipal.

Más aún, varios como él, llevan ante el nuevo alcalde, José Luis Cruz Lucatero, una recomendación: “te pido por favor no me lo vayas a correr, ya que ahora nos vamos a quedar sin trabajo”, dicho esto último por una fuente informativa de altísima calidad, misma fuente que comentó ante quien esto escribe: “¿cómo es posible que no le hayan tenido tantito amor a Apatzingán?”.

En perspectiva hay cosas importantes por venir, puesto que el presidente entrante habló de corregir el rumbo de las finanzas públicas y el restablecimiento urgente de los servicios básicos, y el compromiso es un lapso de treinta días, situación que estará de cuesta arriba si tomamos en cuenta que se está en la antesala de la recta final del año, cuando menos ingresos directos hay provenientes de los contribuyentes locales.

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En el renglón de la deuda pública, la nueva administración tiene enfrente un compromiso por diez millones de pesos con los constructores de la localidad, y cuentas pendientes con diversos prestadores de servicio. La institución de gobierno municipal adeuda tan sólo a uno de esos constructores la cantidad de nueve millones de pesos, y al resto sólo un millón, sin embargo la factorización no altera la suma, así que la carga está pesada, No se diga de adeudos a gasolineras y otras negociaciones, menos algunas que tuvieron privilegios de sobra. En todo caso, la deuda global es multimillonaria.

Bueno, ya que estamos con los constructores y aunque el dato no debe servir de consuelo al nuevo Ayuntamiento, el gobierno del estado debe a los constructores de Apatzingán 22 millones de pesos tan sólo en lo que se refiere al compromiso de la expo-feria. Ya habíamos comentado en ocasión pasada que, ante la demanda de pagos por parte de estos acreedores frente al gobernador Silvano Aureoles Conejo hace unos meses en la Casa de la Cultura de Apatzingán, éste les grito voz en cuello: ¡ustedes no dejen de cobrarme… la esperanza muere al último…!

Con esos tópicos cerramos, en esta ocasión, nuestra columna.