Política en Línea

Política en Línea

*Escuelita para electores

Mucho se ha dicho que el pueblo está politizado, pero eso es totalmente falso. Quienes dicen eso son los propios políticos, para tratar de convencernos de que «nos las sabemos de todas, todas» y de esa manera hacernos más manipulables en favor de sus intereses. En el mejor de los casos pensaremos que el candidato de nuestra elección es el mejor, porque estamos «altamente politizados». Y es que terminaremos por elegir a aquel que nos «dora la píldora» al hacernos creer que somos un pueblo «bueno y sabio en política».
La realidad es que somos un pueblo prácticamente neófito en política, razón por la cual ni siquiera somos capaces de dicernir entre el status que los políticos nos hacen pensar que tenemos, y el status que en realidad tenemos la mayoría de los ciudadanos.
Práctica cotidiana de los políticos en tiempos electorales es embuirnos de la idea de que pertenecemos a un partido equis, siempre al partido al que pertenecen ellos, los interesados en seguir mamando del erario publico.
Los ciudadanos no somos capaces de pensar en que, en realidad, la mayoría no pertenecemos a ningún partido, por tanto tenemos la posibilidad de sentarnos a la hora de la comida y sostener un diálogo intrafamiliar para tratar de establecer una línea de conducta electiva, para dejarnos en claro a nosotros mismos por quién conviene votar en el proceso en turno.
Eso mucho podría cambiar el estado de cosas en favor de la sociedad.
En serio me divierte cuando alguien cree firmemente que el hecho de presentar su credencial para hacerse beneficiario de un programa gubernamental cualquiera, le obliga a votar por los candidatos del partido en el gobierno. No señores, yo puedo presentar mil veces mi credencial para que tomen mis datos y hasta fotos, pues estoy convencido de que, a la hora de votar, lo voy a hacer por quién yo quiera.
Preguntaría yo a los aspirantes a los gobiernos municipales, diputaciones locales y federales, cuales son sus programas de gobierno y legislativos.
Seguramente encontraré la misma respuesta en todos, sin importar al partido al que pertenecen, por la simple y llama razón de que ni siquiera conocen los estatutos y doctrinas de los partidos que abanderan.
Allí empieza nuestra desgracia como sociedad, en nuestros candidatos, los cuales saben lo mismo que nosotros, empero se vuelven expertos en la engañifa a través del discurso que envuelve, pero cuya hoquedad es fácil de percibir, porque la mentira se huele de inmediato.
Usted se habrá dado cuenta de que la mayoría de nuestros políticos son calificados de «chapulines» porque saltan de un partido a otro más rápido que un cambio de calzones.
Luego entonces, está claro que es más importante para ellos llegar a asirse del erario público y sostenerse allí por décadas, que servir a la sociedad.
Y si usted comulga con alguno de los políticos aspirantes a los cargos electorales porque quiere una chamba, luego entonces usted ya se corrompió también, porque, de lograr un trabajo, posteriormente buscará sindicalizarse y convertirse en una carga más para el erario municipal y para la sociedad a la que usted pertenece.
Luego entonces, ¿por quién votaría yo?, me preguntó un amigo en sobremesa de café, a lo que contesté con un decálogo:
Yo votaría por…
1.- Un candidato que sustente sus compromisos con un programa viable, no por aquel que me prometa «progreso» nomás porque sí.
2.- Por el que asuma el compromiso de disminuir el costo de nómina, a cambio de elevar el presupuesto de inversión. En la actualidad nos cuesta el 60 por ciento del presupuesto la operación del 40 por ciento de los recursos destinados a obras y servicios. Es decir, pagamos más caro el caldo que las albóndigas.
3.- Votaría por el que asuma el riesgo de la derrota, mediante el sacrificio del voto corporativo que cuesta mucho dinero y obliga al gobernante a recuperarse económicamente del erario y no sólo eso, sino a obtener jugosas utilidades.
4.- Votaría por el que se comprometiera a no ingresar a la nómina a un ejército de personas sólo para pagar favores políticos en campaña.
5.- Votaría por el que se comprometiera a frenar los latrocinios de los sindicatos al servicio del municipio, cuyas nuevas camadas de dirigentes de inmediato obtienen bases de Auxiliar Contable «A», sin saber hacer una suma de uno más uno, sino sólo porque cuentan por el poder sindical y la posibilidad de componendas con los presidentes municipales.
6.- Votaría por aquel candidato que se comprometiera y me convenciera de que no va a jubilar y pensionar por cualquier pretexto a trabajadores que no han cumplido con su período legal de trabajo.
7.- Yo votaría por aquel candidato que estuviera dispuesto a evitar que los sueldos, jubilaciones y pensiones se hereden a las viudas una vez que fallece el trabajador. Es ilegal este tipo de herencias, y el gasto contribuye a hundir más la economía de la administración pública municipal.
8.- Votaría por el candidato que se comprometiera con firmeza a impedir que el cabildo se convirtiera en una agencia de colocaciones de familiares (hijos, esposa, compadre, cuñados, hermanos) nadamás porque regidores y síndico se sienten con derecho a obtener plazas a placer «ya para eso son autoridad».
9.- Votaría por el candidato que se comprometiera y me convenciera de que no buscará la reelección, bajo la convicción de que el ejercicio de la administración pública debe refrescarse cada tres años y tener relevos en otros ciudadanos con nuevas ideas y proyectos viables.
10.- Pero, sobre todo, votaría por el candidato que me demuestre que, como defensa a ultranza de su tesis política, no le interesa perder la elección. Que este dispuesto a la derrota, antes que mentir o ganar votos a base de engaños mediante promesas que, sabe de antemano, no va a poder cumplir.

Hasta la próxima