*Mi inútil voto útil
Voté. Sí, claro que voté.
Pero no lo hice porque candidato alguno me haya convencido con sus propuestas, ya que, de hecho y como sucede cada tres años, todos proponen lo mismo: los bueyes y las carretas, sin saber siquiera lo que es el boyeo.
Acudí a la urna electoral por cuestión de conciencia ciudadana. No voy a negar que al ver las boletas una y otra vez, me pasó por la mente la misma película política de toda la vida, y la verdad, elegí sin la convicción de que algo vaya a cambiar.
Digamos que voté no por los mejores, sino por los que considere menos malos y eso es grave porque cuando los ciudadanos elegimos así, de lo único que estamos convencidos es de que no estamos convencidos de nada.
Durante las campañas no escuché una sola propuesta viable, congruente y necesaria que garantice un avance mínimo, pero que a final de cuentas signifique un empujón al frente.
Escuché de todos los candidatos promesas de mejoramiento a la seguridad, a las inversiones en el campo, a los programas sociales, a la salud, a la educación, al deporte y a otros rubros, pero en ningún caso me explicaron las estrategias y pasos a seguir para lograr tan nobles propósitos.
Ninguno de los candidatos a diputado me convenció de que va a ser MI representante en los congresos federal y estatal. Unos me dijeron que iban a ser CONTRAPESO frente a López Obrador, y otros que iban a impulsar la CUARTA TRANSFORMACIÓN. Entendí que entre líneas me decían que iban a defender en bloque sus respectivos intereses políticos, unos mediante la negativa de voto a todos las intentos del presidente, y otros mediante la entrega incondicional del voto a cuanta ocurrencia conciba el mandatario. Ningún candidato me dijo que, como soy «bueno y sabio» van a tener en mente mis intereses y necesidades como mexicano, antes que los intereses y necesidades del presidente.
Eso sí: me dijeron que van a regresar los recursos para el campo, esos mismos recursos que inexplicablemente le quitaron a los campesinos en el ejercicio legislativo que aún no concluye.
¿Así? ¿O más incongruentes?
Me dijeron que Apatzingán continuará su rumbo hacia una ciudad de primer nivel ya que para eso se construye la plaza «Akia» como si la primera necesidad de los apatzinguenses fuera la tránsfuga del raquítico circulante a través de negocios bajo concesión, de esos que de instalan en las plazas comerciales y que sólo dejan un mísero salario para sus trabajadoras.
Cómo si no fuera necesario consolidar la inversión interna que genere empleo y fortalezca la economía con la captación de recursos externos para generar un crecimiento paulatino.
Y en la urna y frente a las boletas recordé los compromisos de los candidatos todos, en favor del medio ambiente, pero, en el colmo de las incongruencias, me hablaban así en medio de un mar de estridencia proferido mediante carros de sonido o eventos ruidosos y molestos, faltos a todos los reglamentos en materia de ecología.
Y me dije: «si no son capaces de respetar un simple reglamento municipal, cuántas leyes más se van a pasar por debajo de la pelvis en aras de lograr consolidar sus intereses personales intercambiables por cantidades económicas estratosféricas.
López Obrador, para regocijo de los diputados federales ganadores propuestos por Morena, no obtuvo la mayoría absoluta, aunque sí la alcanza con PT y otros aliados, pero de ninguna manera tendrá la mayoría calificada -es decir las dos terceras partes del Congreso- a menos que la obtenga de parte de las bancadas de otros partidos.
Y digo regocijo, porque el plan de los diputados lopezobradoristas electos y reelectos es que que la oposición se aviente el tiro de exigir y lograr prerrogativas retiradas a los legisladores federales por el presidente en el actual ejercicio. Es decir, quieren el mejoramiento económico pero no a costa de un desgaste propio en una confrontación contra «el hombre por el cual dan la vida».
En el ámbito estatal, acaso Silvano Aureoles Conejo logró su objetivo principal: ganar la mayoría en el Congreso del Estado para tener tres años de colchón para arreglar el costal de problemas que tendrá al finalizar su mandato.
A Silvano poco le importaban Carlos Herrera Tello y los candidatos a presidente municipal por la alianza PRI-PRD-PAN y le dio resultado.
Desde octubre del año pasado se tenía conocimiento que Silvano no iba a impulsar personalmente candidaturas a las alcaldías. A cambio de ello pedís cancha para meter las manod en las candidaturas a las diputaciones locales y le dio resultado: ganó.
Ganó pese a que la cultura del voto diferenciado no está arraigada y el noventa por ciento de los votantes sufragar por el mismo partido en cuanta boleta le entreguen en las manos. En el caso concretó de la región de Apatzingán Silvano perdió tres de cuatro, sólo ganó la diputación local, justamente lo que él necesitaba.
Otro detalle más que es difícil de creer como normal es lo referente a la inasistencia de funcionarios en el 25 por ciento de las casillas en Michoacán y la casualidad de que, en aquellas en las que «renunciaron» los insaculados y capacitados, sí había desde temprana hora los potenciales sustitutos y, sobre todo, con tan alto sentido del civismo, que ante la propuesta de rigor, aceptaron sentarse a lidiar con el electorado, en una cultura como la nuestra, en la que somos proclives a «no meternos en problemas que lo nos competen» y solamente votamos y nos vamos.
Quiero pensar que los funcionarios renunciantes tuvieron razones capitales para no asistir, sin embargo en la casilla y desde temprana hora estaban, precisamente, los que, a final de cuentas, tenían que estar.
Todo, absolutamente todo lo anterior, me tiene convencido de que en México nada ha cambiado. La política la manejan los mismos de siempre, y aunque cambian de playera, no cambian su forma de ser. Nacieron en el PRI-PAN y del PRI-PAN serán toda la vida, su que hayan pasado por el PRD. A final de cuentas todos son cueros de la.misma correa.
Y frente a la urna me convencí de que mi voto tendría que ser útil, aunque sé que, a final de cuentas, será inútil.