¿De veras creyeron en la encuesta?*
Cristóbal podría abrir un boquete a Morena
La nominación de Raúl Morón Orozco como virtual candidato de Morena al gobierno de Michoacán, arrojó de inmediato dudas acerca de la presunta encuesta en la que el Comité Ejecutivo Nacional de ese partido, encabezado por Mario Delgado, basó su pronunciamiento en favor del edil Moreliano y contrario a los intereses políticos del resto de los participantes, pero más dolorosamente contra aquel que, de acuerdo a sus propias encuestas, estaba en calidad de insuperable en la carrera hacia la ansiada meta. Me refiero a Cristóbal Arias Solís.
Sin embargo estoy convencido de que, cualquiera otro que hubiera sido declarado ganador, habría generado igual suspicacia, por la forma en actuaron quienes para todo usan y publican la encuesta, y de pronto, al momento trascendental, no la muestran para respaldar sus decisiones.
Aunque hubiera sido menor la suspicacia en caso de que el churumuquense Arias Solís hubiera sido declarado ganador, por aquello de que construyó en su entorno una lógica casi irrefutable a base a una larga precampaña en busca del gobierno del estado, casi desde que inició actividades en el Senado de la República, a mediados de 2018.
Resulta sospechoso que un partido (Morena) que desde siempre ha basado sus política de pronunciamientos en la publicación por todos los medios a su alcance de las encuestas que ordena a empresas no muy prestigiadas que digamos, en la hora buena, cuando más requiere de ofrecer credibilidad a la población, simplemente declara a un ganador sin presentar el documento base de la tan presumida consulta ciudadana.
Morena no se presenta ante los michoacanos -y tal vez ante los ciudadanos de otros 14 estados- como un partido diferente a los que tanto critica desde su interior, como son el PRI, el PRD y el PAN, pero sí confirma que está conformado por ex militantes de esos, sus tres antagónicos en intereses políticos, pero no en prácticas antidemocráticas, que sin embargo los cuatro partidos llaman «democráticas».
Ni a favor de Cristóbal Arias, ni en contra de Raúl Morón, estamos nosotros, más bien estamos del lado de una sociedad que es constantemente utilizada por uno y otros partidos, con la engañifa de que es tomada en cuenta en la consulta de las grandes decisiones, cuando la realidad es diametralmente diferente.
Desde luego que la designación de los 15 candidatos a gobernador de igual número de estados, van con cargo al presidente Andrés Manuel López Obrador, a la usanza del PRI, en donde por lo menos siempre se supo que el presidente de la República en turno era el gran elector de los candidatos de su partido, incluso a sustituirlo.
Y no se trata de exaltar la inexistente democracia del PRI, sino de dejar en claro que nada ha cambiado, y de que Morena es el PRIANRD de actualidad por la simple razón de que tiene en sus filas a puros «egresados» de esos partidos y ¿sabe usted una cosa? Nadie cambia por el hecho de cambiar de partido o de formar el propio.
En los días subsecuentes al «destape» de Morón Orozco, los cristobalistas comenzaron a especular acerca de la posibilidad de que el de Churumuco pudiera buscar la candidatura por otro partido y se antoja imposible que el ofrecimiento le pudiera llegar por el tridente PRI-PRD-PAN, pues sería el colmo de la incongruencia, aunque cierto es que Arias nació en el PRI, maduró en el PRD, y hasta antes del miércoles pasado le habia sacado provecho a Morena con la senaduria a su cargo.
Tal vez otras instituciones políticas, como el Partido Encuentro Solidario (PES) o cualquier otro pudieran llevarlo como candidato, pero se antoja que su triunfo no estaría asegurado, y sí en cambio abriría un letal boquete en Morena que podría provocar la estrepitosa caída de Raúl Morón, en beneficio del casi seguro candidato de la alianza tripartidista PRI-PRD-PAN, Carlos Herrera Tello, para beneplácito de Silvano Aureoles Conejo, a quien no le van a alcanzar los sombreros para sofocar el fuego en su entorno, de no llegar a ganar el Congreso del Estado, por lo menos.
Los cristobalistas estan seguros de que Morón es una imposición de Mario Delgado, porque fue él quien dio la cara para anunciar su candidatura al gobierno de Michoacán, pero no se atreven a hablar claro y decir que el dedazo apuntó desde palacio nacional, menos que Andrés Manuel López Obrador fue quien hizo las designaciones en Morena.
Señalar a López Obrador como el gran elector, sería tanto como reconocer que no es auténtico y con ello reconocer que nada ha cambiado, y de facto reconocer todos los destinos que se atribuyen a su gobierno por parte de la opositores y aún de los más mesurados.
Sería reconocer el engaño que se fraguó con la rifa del avión sin avión; el desplome en la economía nacional; el deficiente manejo de la pandemia de Coronavirus; la endeble defensa contra la delincuencia en todos sus niveles; sería reconocer, incluso, que fue un error votar por él. Todo eso no entra todavía en el presupuesto de los morenistas, aunque los cristobalistas ya comienzan a atacar a ese gobierno que hasta antes del destape del pasado miércoles, era «perfecto».
Hasta la próxima.